Cuando los demás se fueron a dormir, Anamave y yo seguíamos hablando. Parecía que hubiera pasado una eternidad desde que nos habíamos conocido. La verdad es que mucho tiempo no había pasado, pero parecía que por ella hubieran pasado muchos años, se la veía cansada y mayor, mucho mayor.
- ¿Qué te ha pasado? – le pregunté – estás muy cambiada desde la última vez que nos vimos, y siento decir que no para mejor.
Se me quedó mirando fijamente, muy seria, y me respondió.
- Aquí las cosas no van nada bien, la Alianza ha ido ganando terreno y tiene a todos los poblados sometidos. Si alguien dice o hace algo que no les gusta se lo llevan, no sabemos donde, solo desaparece y no se le vuelve a ver. Yo he tenido suerte, muchos han dado la cara por mi y no he salido muy mal parada, pero no creo que las cosas sigan así mucho tiempo. Los humanos que hay por aquí me vigilan y no tardarán en llevarme a mi también.
- Ahora entiendo todo – dije para mi misma.
- ¿Qué?
- Es que, al venir hacia aquí, nadie quiso decirnos donde podíamos encontrar a la Alianza, todos se metían en sus casas a nuestro paso. No querían saber nada de nosotros.
- Es lógico, tienen miedo.
- Bueno, ya es tarde – dije – será mejor que nos vayamos a dormir y continuemos esta conversación cuando todos estén despiertos, creo que deben oírlo. Y a demás hay que hacer algo para arreglar todo esto, y tal vez ellos puedan ayudarnos.
- ¿Estás segura? – preguntó Anamave – tal vez no quieran involucrarse en una lucha que no es la suya.
- ¿Qué no es la suya? – respondí atónita – claro que es la suya, aun que tal vez no directamente, pero indirectamente todos tenemos un fin común, destruir a la Alianza, y lo que es más importante, vivir libres y en paz.
- Tal vez tengas razón.
- Claro que la tengo, y sino me crees, mañana por la mañana lo comprobarás.
Al día siguiente, más descansados, todo el grupo continuó la conversación del día anterior. Se quedaron atónitos al escuchar todo lo que Anamave les decía, y sin dudarlo un momento decidieron ayudar a esa gente.
- Para ganar esta batalla deberemos reclutar más gente – decía Modok - en este momento tan sólo somos cuatro.
- ¿Cuatro? – dijo Anamave – creo que estás contando mal, somos cinco. Si es que me permitís entrar en vuestro clan, claro.
- ¡Por supuesto! – exclamé yo al instante.
- Creo que la rapidez de contestación de Rach habla por todos – dijo Ostiario entre risas.
- Sí. Anamave, bienvenida al clan – finalizó Icefear.
domingo, octubre 08, 2006
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