miércoles, marzo 22, 2006

Historias del Wow: Capítulo IX Un encuentro inesperado

Al día siguiente, no muy temprano, preparamos todos y partimos hacia nuestra nueva aventura, hacia lo que sería mi bautizo, ya que los tiempos pasados no contaban, era una nueva Rach, una troll entrenada, que sabía lo que hacía, ya no la inexperta joven que se unió al clan; pues el entrenamiento con Atreyu había dado sus frutos, y ahora, había que ponerme a prueba.
Así que emprendimos nuestro camino, no sabía hacia donde nos dirigíamos, pues los demás no me habían dicho nada, pero parecían decididos y en ningún cruce de caminos dudaban la dirección que debíamos tomar.
- ¿Hacia donde nos dirigimos? – pregunté.
- Tú solo síguenos, ¿vale? – respondió Icefear – ya lo verás.
Después de oír esa respuesta decidí no seguir preguntando, sabía que por mucho que insistiese la respuesta iba a ser la misma.
Proseguimos el camino, nos encontramos con aldeas, pero en ninguna de ella paramos, hasta que la noche entró, no habíamos parado ni para comer, y yo ya notaba una sensación en el estómago que me recordaba que era la hora de la cena.
- Allí pararemos, creo que hemos recorrido un buen trecho y nos merecemos un descanso – dijo Atreyu al ver una aldea no muy lejos.
Cuando llegamos, entramos en la taberna y nos sentamos a degustar unas cervezas.
- Creo que ha sido suficiente por hoy – dijo Modok.
- Sí, que pena que no nos encontráramos con ningún enanito... – se lamentaba Ostiario.
- Sí, al menos nos hubiéramos entretenido un poco... – respondió Atreyu.
- Bueno, entonces lo dejamos aquí por hoy – dijo Modok.
- Sí, va a ser lo mejor – decía Icefear - a demás, Rach tiene que descansar, que no está acostumbrada a estos paseos.
- Que, ¡qué! ¡De que vas! Yo he andado esto y mucho más en un día.
- Bueno, bueno, tranquila, no te sulfures – repuso Ostiario entre risas.
- Pero es que... jo, encima de que no me decís a donde vamos me saltáis con estas.
- A ver Rach, si no te decimos a donde vamos, es porque no lo hemos decidido – contestó Icefear.
- ¡Ya os vale! Y ¿cuándo pensabais decírmelo?
- Mmm.... ¿nunca? – dijo Icefear riéndose.
Después de oír eso me entró un ataque de risa, sabía como eran, pero aún así, no me lo esperaba...
Después de cenar nos quedamos charlando, no sabíamos lo que haríamos al día siguiente, pues encontrar pelea no era muy fácil últimamente, los habitantes de los poblados eran reacios a revelarnos el paradero de los grupos de la Alianza, parecía como si tuvieran miedo de algo, pero no sabíamos de qué o de quién.
Al día siguiente, después de consultar un mapa y trazar la ruta que seguiríamos, continuamos nuestro viaje a ninguna parte.
Según íbamos andando veíamos más gente, pero cuando pasábamos todos se metían en sus casas.
- Esta aldea me suena... –comenté yo.
- No lo creo – respondío Ostiario – no habíamos venido antes por aquí.
- Ya, pero no me suena de haber pasado con vosotros, sino de...
No pude seguir hablando, a lo lejos vi una figura conocida, una figura que tiempo atrás había visto, una figura amiga...
- Rach, ¿qué te pasa? – preguntó Modok.
Yo no respondí, eché a andar decidida, rápido, como si no oyera lo que me decían mis compañeros. Debían pensar que estaba loca, pero yo sabía muy bien lo que hacía, y hacia donde me dirigía.
- ¡Anamave! – exclamé.
Aquella tauren a la que tiempo atrás había conocido y me había ayudado me miró, y con cara de sorpresa exclamó:
- ¡Rach! ¡Cuánto tiempo! ¿Qué haces por aquí? ¿Encontraste lo que buscabas? ¿Pero si eres tú! Parece que hayan pasado siglos...
Las dos comenzamos ha hablar, con tanta emoción que casi no podíamos articular correctamente las palabras. ¿Quién me iba a decir que me encontraría con Anamave después de todo lo que había pasado? Nuestros caminos se volvían a juntar, y esta vez, esperaba que nuestro viaje en común se alargara más que el anterior.
Modok, Ostiario, Atreyu e Icefear se nos había quedado mirando con sorpresa, no entendían como yo, tiempo atrás había pasado por aquí y había conocido a otro miembro de la Horda.
- ¡Ah! Se me olvidaba – dije – chicos, esta es Anamave, una buena amiga mía.Ese día no seguimos caminando, nos quedamos en esa aldea comentando todo lo ocurrido, contándoles a mis amigos cómo nos habíamos conocido, y relatándole a Anamave nuestras aventuras después de la ayuda que me prestó. Ya habría tiempo para seguir nuestro camino, antes, tomaríamos unas cervezas y nos pondríamos
al día.

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